No hay otro igual en magnetismo. No hay otro como él sobre las pistas. No hay nada nuevo, en definitiva, y así como llegó hace ocho años en Pekín, parece que se irá: volando, sonriendo, erizando la piel de 50.000, 70.000 o 100.000 personas. Usain Bolt no tiene límites, en pista seca o mojada, como aquí. Divierte y se divierte. Llega a la meta sonriendo a derecha y a izquierda para los fotógrafos. O, en las semifinales, haciéndole un gesto de «picarón» al canadiense Andre de Grasse (21 años, bronce en los 100m), que aceleró en los últimos 5 metros para intentar sorprenderlo en pleno rebaje mediático, y compartiendo ambos, el crack y su preferido para sucederlo, la humorada de la que mucho se habló en las últimas 24 horas. O como anoche, corriendo solo y el resto, en una carrera aparte.

Son sus últimos Juegos y vino a Río 2016 para «ser inmortal», para lograr el triple-triple dorado de los 100m, 200m y la posta 4x100m que nadie consiguió (y difícilmente consiga), de 2008 a 2016. Ya ganó los 100m y le sumó los 200m, una prueba que ama definitivamente; la posta lo aguarda este viernes, a las 22.35 para una última función de lujo. No falta oportunidad en que lo remarque. «Ustedes me tienen encasillado en los 100m con eso de que soy el más rápido del mundo, pero también soy bueno en los 200m, que es mi prueba predilecta», afirmó en varias ocasiones. Y aunque sin poder batir su propio récord mundial (19s19/100), el Estadio Joao Havelange volvió a implosionar en medio de un frenesí que sólo genera un fenómeno único. Con sus 19s78/100 sobre los 20s02/100 de De Grasse y los 20s12/100 del francés Christophe Lemaitre. Para dar la vuelta olímpica cantando con la gente al ritmo de Bob Marley y su eterno «One love, one heart, let’s get together and feel all right».

Así como Michael Phelps, el mejor atleta olímpico de todos los tiempos, será imbatible por sus 23 oros y 27 medallas en total y los Juegos ya lo extrañan, Bolt no tiene contra en todo lo que genera con sus participaciones. El estadio puede estar al 50% por ciento de su capacidad (47.000) a dos horas de competir, incluso desarrollándose finales o premiaciones de otras especialidades, pero a la hora Bolt, sea para verlo correr 9s81/100 o 19s78/100, está colmado, enfervorizado, viviendo una fiesta inigualable. A grandes campeones, históricos como Carl Lewis o Michael Johnson, la gente iba a verlos volar, pero al Rayo, además, van a adorarlo y a divertirse con él. Su espectáculo está incluido en el ticket, aunque no lo puede desplegar cualquiera. Y detrás de su figura se disparan, en la jornada previa, toda clase de historias y singularidades. El planeta Bolt contempla todas las variantes.

Como verse involucrado indirectamente en acusaciones sobre racismo hacia la presentadora norteamericana de TV Ellen DeGeneres, a quien se le ocurrió subir un fotomontaje en su cuenta de twitter, trepada sobre el jamaiquino corriendo y con el mensaje «Así es cómo corro desde ahora para hacer los encargos». Lo que indignó a mucha gente, pero que no le molestó en absoluto al propio Bolt, que la retuiteó para sus más de 4 millones de seguidores.

El mismo Bolt que propicia que un chico de manos ligeras, como Anthony Brooks, se filme delante de la pantalla de TV, en ocasión de la prueba de los 100m del domingo pasado, y muestre que es capaz de armar el cubo mágico antes. de que el hombre más veloz del mundo llegue a la meta. Todo vale: como la publicidad de una firma automotriz afirmando que Usain es más rápido que el fuego mismo, un experimento realizado en el laboratorio de Ciencia e Investigación del Fuego, en el Reino Unido, donde corre paralelo a una estructura de la que emana un reguero de fuego controlado por un sistema computadorizado. Le gana Bolt, claro, en 9s92/100 para los 100 metros.

El hombre que va a más de 45km/h y que llega a las 200 pulsaciones en una prueba como la de los 200 metros, aunque lejos está de sufrir porque a ese esfuerzo le suele adosar una carcajada sobre el final de su desaceleración, siempre reescribe la historia. Ya en Londres 2012 había sido el único corredor en repetir el oro en esta distancia, es decir, una marca de 112 años desde París 1900. ¡Imagínense lo que puede tardar alguien en ganar los 200m tres Juegos consecutivos! Y de las 10 mejores marcas históricas, él tiene 6, que van desde los 19s19/100 a los 19s56/100. Comparado con otras leyendas, Lewis hizo 19s80/100 en sus mejores Juegos, en Los Angeles 1984, y Johnson marcó 19s32/100 en Atlanta 96. !Todo lo hizo añicos!

Es el Bolt de siempre, el que es capaz de interrumpir una entrevista en vivo con la TVE en Londres 2012, y llamarle la atención a la periodista porque empiezan a entonar el Himno de Estados Unidos en una ceremonia simultánea en el Estadio Olímpico. O el que no duda en reconocer que su madre, Jennifer, adventista del séptimo día, fue la que le inculcó sus creencias religiosas, aunque sin forzarlo. Incluso, el que puede ir hasta contra la corriente porque.es Bolt. «Soy de Real Madrid y fan de Cristiano Ronaldo, que es el mejor jugador del mundo y merece el Balón de Oro», desafiando a la marea messista y culé. Con Cristiano se hizo amigo en 2009, en los tiempos de Manchester United, y hasta le ha dado algunos secretos para correr más rápido. «Llega a los 33km/h, no está nada mal», lo elogió.

Quedó a un oro de ser inmortal, un calificativo que le arrancó una sonrisa apenas se lo insinuaron: ¡Le encantó! Del resto se encarga él. Y la leyenda del triple-triple dorado puede ser con fiesta doble en su despedida olímpica: la corre esta noche y el domingo cumple 30 años. ¡Ya eligió el regalo, obvio!

 

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