Burnley siempre promete batalla. En Turf Moor, su casa, el equipo de Sean Dyche ha conseguido 29 de los 30 puntos que tiene en la clasificación. Subieron a la Premier League en 2014, descendieron en 2015 y volvieron a ascender en 2016, todo con el mismo entrenador, alguien que les lleva a alcanzar un tope mayor: «A veces no se puede ser el equipo más bonito. El míster nos ha inculcado una mentalidad ganadora, tenemos que encontrar el camino para ganar», reconoce el centrocampista Scott Arfield. En agosto, el Chelsea venció por un contundente 3-0 en Stamford Bridge. «Aquel día estuvieron mucho mejor que nosotros y ahora son todavía mejores», decía Dyche en la previa. El líder de la Premier League sólo ha perdido un partido desde septiembre. Va directo hacia el título.

Sin embargo, una visita a Turf Moor no es tarea sencilla para ningún equipo. Así lo explicaba Dyche: «No veo demasiadas debilidades en este Chelsea pero es una cuestión nuestra encontrar un camino para que algo ocurra. Tenemos que creer que podemos hacerlo porque el fútbol está lleno de sorpresas. Nadie pensaba que el Liverpool tuviera debilidades hasta hace un mes».

Antonio Conte ha llegado con fuerza a Inglaterra. El Chelsea sigue su ritmo. En defensa, los mejores. Al contragolpe, letales. Las mejores ocasiones ‘blues’ nacieron a los pocos segundos de que se terminasen las mejores oportunidades del Burnley. No es casualidad. El Chelsea defiende, aguanta y remata. Hazard encontró el hueco en el centro del campo, abrió el balón para Moses y éste encontró a Pedro en el área, que controló a las mil maravillas y definió al palo largo.

La reacción no sólo fue del Burnley sino de su hinchada, que antes de sacar de centro ya empujaba para buscar el empate, que llegó a balón parado. Ante las pocas opciones de éxito que tenían los locales de tumbar un muro con Azpilicueta, David Luiz y Cahill, aprovecharon una falta fuera del área. Ahí, Robbie Brady, el fichaje más caro de la historia del club (15 millones de euros), la puso en la escuadra para el 1-1. «Courtois no ha llegado ni a olerla», sentenció Carragher en la retransmisión de Sky Sports.

A pesar de todo, el dominio mayoritario era del Chelsea. Con un imperial David Luiz, con Kanté multiplicado una vez más y con las garantías de tener a Courtois bajo palos, el ataque era tarea de Hazard, Costa y Pedro. A falta de media hora entró Cesc Fàbregas, pues el hueco en la defensa del Burnley no se abría. En ningún escenario se encuentra más cómo el conjunto de Dyche que achicando agua y mandando balones largos a sus delanteros para que corran, presionen y, en el mejor de los casos, ganen un saque de banda o un córner a favor.

Los minutos pasaron rápido y el Burnley, cuando tenía la posesión, atacaba despacio. Un empate era bueno para ellos: están a 10 del descenso y lo celebraron como un triunfo. Y un empate, visto con perspectiva, tampoco es malo para el Chelsea. Mantienen una distancia de 10 puntos con Tottenham y Arsenal y de 11 con el Liverpool y el Manchester City, aunque los de Pep Guardiola juegan el lunes contra el Bournemouth.

Vía Marca