Antoine Griezmann se graduó con honores como el hombre gol del Atlético de Madrid. Dos tantos del francés, el segundo desde el punto penal, clasificaron a los rojiblancos a la semifinal de la Champions League gracias a la victoria por 2-0 cosechada en el Vicente Calderón.

El Atlético que «nunca deja de creer» tampoco dejó de luchar, empujado por las 50 mil voces que a pedían el máximo esfuerzo. Ni siquiera cuando ya exhausto de ser el único equipo que había dado todo los 90 minutos, hacía hasta lo imposible por contener a un Barcelona que acabó desquiciado.

La intensidad que el Atlético de Madrid ponía en cada movimiento, de principio a fin, contrastaba con la excesiva cautela con que Barcelona había planteado su partido. El cuadro culé salió a cuidar la ventaja por 2-1 que había cosechado en la ida. A cansar a los locales; obligándolos a correr detrás del balón. Al fin y al cabo, eran los rojiblancos quienes necesitaban marcar.

Barcelona imponía un ritmo sumamente lento; controlaban el balón, pero se limitaban a pasear el balón con pases laterales de un defensa a otro. Los de adelante, esa MSN que a veces parece incontenible, desapareció los primeros 45 minutos. Gasto de energía, el justo. Básicamente el que la media entera, Messi incluido, necesitaba para dar alcance a Carrasco, el hombre que daba profundidad al juego del Atlético de Madrid.

El belga era una amenaza constante y aún así, el Atlético tuvo pocas oportunidades de gol en los primeros 40 minutos. Que por otro lado, es mucho más de lo que se puede decir del primer tiempo del Barcelona, que apenas realizó un disparo a portería mientras el marcador se mantuvo 0-0. Gasto de energía, el justo. Que corra el que lo necesita.

La entendible pero arriesgada propuesta de juego de cuadro catalán sostenía con alfileres. Inevitablemente, el plan se les vino abajo al primer descuido. Un clamoroso error de Jordi Alba, que dejó solo a Saúl en la banda. El canterano puso un pase soberbio con la parte interna del pie al centro del área y Griezmann de un cabezazo hizo el resto.

Barcelona tuvo que ponerse a trabajar. El 1-0 los dejaba temporalmente eliminados. Pero ya era demasiado tarde. Barcelona fue presa de los nervios y la frustración. Apenas se veían a los tres de enfrente. Luis Suárez, teniendo que ceder el balón hacia el costado de lo incómodo que le quedaba el pase. Messi, sin poder salir de la jaula que le había construido el ‘Cholo’ y Neymar sin encontrar una posición cómoda por más que se moviera por todos lados. Atlético, que se tuvo que replegar, no permitía espacio para respirar y en cambio pudo poner e segundo en un contragolpe.

El Calderón era un hervidero. El estadio, más que en cualquier otro momento, animaba a todo pulmón como verdadero jugador #12 –más si constantemente recibían la orden desde el área técnica.

Los últimos minutos fueron un tormento para la grada, que veía volar a Oblak una y otra vez impidiendo una tragedia. Pero cuando más cerca estaba el Barça de igualar, llegó el momento que lo cambió todo. Un contragolpe dirigido por Filipe Luis, que se coló al área por el centro para disparar. Y la mala fortuna de Andrés Iniesta, que levantó el brazo cortando la trayectoria del balón. El Calderón estalló en un grito de felicidad cuando Giezmann, desde el punto penal, selló el pase a las semis.

MADRID (Paola Núnez, ESPN Digital) —