Las novedades en el Real Madrid eran el debutante Vallejo y Tejero, el único del filial en el once. El Fuenlabrada corrió mucho y muy ordenadamente. En el Madrid la tocaban mucho Llorente y Ceballos, pero nada los delanteros. Había pocos espacios y no aparecían nuevos porque nadie regateaba, nadie se iba del prójimo.

En estos campos el sudor se ve más, se aprecia mejor la paliza que se dan los futbolistas. Se corría tanto que los choques eran entre compañeros. El estajanovista Fuenlabrada se cerraba, pero luego intentaba salir con paredes y buenos movimientos de Dioni. Ya nadie pega el patadón (el patadón en España más bien es jurídico o constitucional).El Real Madrid tuvo un buen rato a la altura del minuto 20. La velocidad subió un poco y en ello estuvo implicado Ceballos con algunos primeros toques estupendos. Llorente dio siempre dos: controlo, gano medio metro y paso.

Enfrente estaba Luis Milla júnior, muy parecido de lejos a su padre. El fútbol era así, como la proyección de una fantasía de Luis Milla. Solo al final de la primera parte se abrió el partido. Llorente chutó al larguero y forzó la parada-caricia de Jordi Codina, y hubo otra ocasión para Borja Mayoral, sometido hasta entonces al disuasorio semblante del Cata Díaz.

Poco habíamos visto a Asensio, y muy poco por las bandas, congestionadas y superpobladas. Todo lo que Lucas, por ejemplo, tiene de distinto y especial desaparece ante un Fuenlabrada. Fue Achraf, ya en la segunda parte, el que consiguió abrir el partido con una acción de desequilibrio. Llegó por velocidad hasta el final y su hábil toque forzó el penalti (dudoso porque empezó fuera). Marcó Asensio y eso despanzurró al esforzado rival.

Los espacios se le abrieron al Madrid y el partido cambió, se normalizó. Empezó a haber eso que conocemos como «jugadas». Mayoral pudo marcar en el 66 tras un pase interior de Ceballos y luego de cabeza tras un pase de Achraf. Una cosa sobre Asensio: cuando juega de segundo punta se mueve poco. Pocos desmarques, la pide al pie, no hay «rupturas». Una actitud de 10 en el puesto del 7. Y el equipo se resiente un poco.

Lo contrario ocurrió con Ceballos, se movió mucho por la mediay apoyó constantemente. Es un jugador muy importante para la «continuidad», esa asignatura pendiente. Acompaña la jugada hasta cuando la pelota esta parada, pues habla constantemente con los compañeros. El Fuenlabrada no se descompuso, no fue cosido a contras ni resultó abrumado cuando le llegó el cansancio.

Pero en un córner, tontamente, le llegó el segundo penalti. Candela había salido minutos antes y, usando una palabra de moda, puede decirse que lo hizo «hiperventilado». Vio una amarilla inmediatamente y después agarró a Theo en el área. Fue expulsado y Lucas marcó el penalti con unas modestas paradiñas, unos pasitos como de japonesa.

Ante un Fuenlabrada con diez, el Madrid no provocó graves destrozos, ni siquiera pequeños. Siguió todo el mismo ritmo cansino. Vallejo fue expulsado por una entrada desmedida. Se le vio tan falto de ritmo que dio la impresión de estar acostumbrándose a su propia zancada.

El partido del Madrid no fue brillante y algunos jugadores decepcionaron, pero es un criterio muy exigente si se compara con noches tan espeluznantes como aquella de Alcorcón.

 

Vía ABC