Dicen que en las Canarias hay que ir despacito, como dice la cancion, que las prisas no son buenas consejeras. Y así jugaron Las Palmas y el Barça. El juego fue ramplón, mirando más lo que sugería la grada respecto a lo que acontecía en Madrid que, realmente, lo que estaba pasando.
Pero el Barça necesitaba ganar, no había otra. O ganaba o adiós a la Liga. Así que se imponía el pragmatismo: ganar o ganar, al precio que fuera, sin tener en cuenta el sistema, ni el juego, ni el ADN ni nada que se le pareciera. Ganar. Punto.
El estadio, que no estuvo lleno, lucía banderas locales, pero también muchas con los colores del Barça. El estadio de Gran Canaria es un campo abierto, como la isla, como su gente. Todo cuadra. El partido arrancó con dos equipos que jugaban sin hacerse daño, pero que, rápidamente, cambiaron de tercio y se dijeron que, ya que estaban, iban a competir. El rtimo no ayudaba, pero la calidad de ambos sí.
La primera ocasión llegó tras una jugada colectiva que casi remata Suárez a centro de Messi. Luego fue Leo quien no acertó tras un centro de Neymar. Era cuestión de tiempo porque la resistencia de los locales era más en ataque que en defensa. Ahí, en cambio, el Barça sufrió algo por las muchas bajas que presentaba. Digne, de hecho, mereció la roja en una falta que cometió cuando Jesé se iba solo ante Ter Stegen. Solo fue amarilla. Esa acción dio vida a los de Luis Enrique. Fue entonces cuando se anunció el gol de Nacho en el Bernabéu.
Faltaba intensidad por parte del Barça, así que tocaba echar mano de lo de siempre, los de arriba. En un contragolpe, Busquets se sacó de la chistera una cesión para que Iniesta se la diera a Suárez. El charrúa regaló el gol a Neymar. 0-1. Mientras, Keylor, en Madrid, se vengaba de sus detractores ante Jovetic, que envió dos balones al palo.
Nada de eso llegaba a los futbolistas del Barça sobre el césped. Pero había que matar el partido. Pese a su ritmo cansino, lento, despacito… Fue Neymar quien dijo: “¡Súbeme la radio, que esta es mi canción!”. Se la puso a Suárez y su compañero la metió dentro. 0-2. A esperar.
Nada más iniciarse el segundo tiempo, Boateng tuvo el gol canario de cabeza. Se fue fuera por poco. Era el signo de que el Barça no había entrado bien en la segunda mitad, si es que lo había hecho en la primera, a pesar de los dos goles. No era un partido para pedir explicaciones respecto al juego, pero tampoco para despistarse demasiado, que es lo que pasó en el primer cuarto de hora. Las Palmas mereció recortar diferencias con su presión alta y el Barça se defendía como podía. Solo hacía daño a la contra, aunque pudo cerrar definitivamente cuando Messi se topó con Lemos en un remate solo dentro del área. Partido a arreones.
Como la que tuvo Jesé. Se plantó solo ante Ter Stegen y el alemán rechazó la mejor ocasión de gol que había tenido Las Palmas hasta el momento. Porque poco después llegó el gol. Contra canaria conducida por banda derecha que acabó en centro de Boateng y remate cruzado de Bigas. La Liga, en un puño. La respuesta, casi inmediata, la dio Neymar, enchufadísimo en el tramo final, con un remate de cabeza a centro de Rakitic. Todo volvía a su lugar. Neymar ni siquiera atendía a lo que pasaba en Madrid. Le habían pedido más goles y completó su ‘hat-trick’ con un suave toque a cesión de Alba. Que el Madrid, si gana la Liga, lo haga sufriendo hasta el final.
Vía Diario Sport