Las miserias del perro flaco han alcanzado al Real Madrid, que sigue en una cuesta abajo que no tiene fin. El equipo de Zidane dejó vivó al Villarreal en los primeros cinco minutos y no supo gestionar después ni sus angustias ni su falta de fuerzas, lo habitual en muchos partidos del Bernabéu, donde ya es sencillo puntuar. El submarino amarillo se defendió bien y emergió después para terminar de dinamitar la temporada del campeón en la Liga. Un tanto precioso de Fornals en el minuto 88 sepultó al equipo de Zidane, al que se la ha olvidado marcar gol. Así es sencillo perder. Le ocurrió ante el Betis y también ante el Villarreal, que era un rival directo para meterse en Champions.
El primer tiempo había concluido sin que el Madrid alcanzase a explicarse los motivos del 0-0. Muchos partidos del Bernabéu en esta temporada fueron así más o menos porque a este equipo le llegaron antes los malos resultados que el mal fútbol. Dominó, jugó bien, falló ocasiones, reclamó penaltis, se le enredaron los encuentros y terminó cediendo puntos sin que pudiera entender nada. Así se pierden las Ligas.
Había hecho muchas cosas bien en los primeros 45 minutos, casi todas menos la más importante: marcar un gol. Primero había soportado el plebiscito del Bernabéu que estuvo a punto a declararle culpable tras un inicio frío de partido en el contexto de una gélida tarde. La lluvia fina caía sobre el manto del estadio. El mazo de la grada iba a llegar de golpe porque el Villarreal controlaba la situación para dejar correr los minutos (un gran aliado dadas las circunstancias). Un cuchillo podía cortar el espacio de tensión que separaba a los jugadores de sus hinchas. Cuando estaban a punto de declararles reos del fracaso, Marcelo, silbado en el minuto 10 tras fallar un pase, se soltó un zapatazo para inaugurar el carrusel de paradas de Asenjo, otro portero de brazos infinitos en la portería de Chamartín.
A salvo de las iras, algo más suelto ya, el Madrid, que está acusando mucho en su mecánica la mengua en el rendimiento de Kroos, comenzó a presionar bien arriba. Arrebató la pelota al Villarreal para convertir su fútbol de poca monta de principios de partido en un despliegue notable que propició un rosario de llegadas en las que Cristiano topó dos veces con la madera y en otra la mandó fuera por poco tras picarla por encima de Asenjo. Casi al final la estrelló contra el portero amarillo, aunque antes le había tocado Mario para desequilibrarle y un poco antes, Isco había centrado en fuera de juego. Cristiano se quedó después hablando con Undiano para pedirle ese penalti y otro de una jugada anterior tras un cabezazo de Bale que topó con un brazo amarillo. El Bernabéu había cambiado el objetivo. Ahora lo que se escuchaba era aquello de corrupción en la Federación. Cosas de la frustración. El Villarreal, que tuvo una buena ocasión en los pies de Bacca, podía darse por satisfecho al descanso.
El inicio del segundo tiempo resultó dio paso al conocido apagón del Madrid. Descansan tanto en esos 15 minutos que vuelven dormidos. El Villarreal se aprovechó para crecer desde su pequeña versión hasta otra más enérgica y atrevida en la que Cheryshev casi adelanta en el marcador a su equipo. El equipo de Zidane suele repetir viejos errores. Comienza a agobiarse con el resultado y asume riesgos. Concede y sigue llegando, pero no tanto como en el primer tiempo, mientras el portero rival, en este caso Asenjo, ha llenado los guantes de imanes para el balón. La defensa del Villarreal, dicho lo cual, trabajó muy bien. Y Zidane, como todo va bien, sigue en la banda, sin hacer nada, con los reflejos del siempre. Esperando al mazazo para hacer los cambios que serán los de siempre.
Cuando salieron Lucas Vázquez y Asensio, el Madrid seguía llevando la iniciativa y el Villarreal algo de peligro con el partido roto. El equipo amarillo se dio cuenta que tenía opciones porque siempre las hay en el Bernabéu. Su rival, volcado para la izquierda en otro mal día de Marcelo en el último pase, estaba frustrado. Un buen contragolpe lo culminó Fornals con una vaselina que superó a Keylor. El Bernabéu no daba crédito. Tampoco nadie. ¿Quién reconoce a este Madrid?
Vía: Diario Marca