Se vio en el Bernabéu uno de los partidos más memorables de la historia de la competición. Quizás la final anticipada del campeonato. Honor a una Juve inmensa, honor a Allegri y a Buffon. Hicieron que el madridismo sintiera un miedo nuevo.
El primer gol de Mandzukic metió a la Juve en el partido de inmediato. Lo que no había pasado jamás en la competición ya parecía posible. El ejemplo de la Roma estaba muy cercano. La Juve salía a por el Madrid y Cristiano se dio cuenta y pidió a sus compañeros que subieran la defensa, que salieran del miedo en el que les metía la presión adelantadísima de la Juventus. También hacía gestos a la banda izquierda, donde De Sciglio centraba un balón por minuto.
El 0-1 vino por allí: Khedira para la llegada de Mandzukic, un 9 fuera de sitio, superior a Carvajal. Pero fue Douglas Costa el otro gran problema por esa zona. Llegó al ataque, probó a Keylor, y sobre aprovechó la espalda de Marcelo y la lentitud reumática del ajuste defensivo. Costa era incontrolable.El otro problema del Madrid eran los nervios de la defensa. Se notó la baja de Ramos. Vallejo sufría y su temblor se hacía colectivo cuando buscaba a Keylor. Ayudó Varane, que se rehizo, pero el Madrid vivió aterrado en la salida de la pelota. En el 8 chutó Cristiano, por fin, y comenzó a aparecer episódicamente Modric. Por su carril encontró a Bale, que probó a un Buffon rejuvenecido. Tanto que llegó a pararle un tiro a Cristian, una auténtica noticia (llevaba 9 goles de 11 tiros).
El ambiente en el Bernabéu era raro. No solo porque se oyese sobre todo a la tiffosería, más por una sensación de incomodidad del Madrid, que no estaba del todo. La Juve se adueñó del espacio y del partido desde el inicio. El Madrid parecía extraño en su estadio, metido a medias en el partido, y desde luego sorprendido.
A la altura del minuto 20 mejoró con los toques de Kroos y la aparición de Isco, benéfica porque iba metiendo a la Juve de vuelta a su campo. La Signora respondía con Costa, siempre a la espalda de Marcelo, convertido en un sinvivir crónico para el Madrid.
La presión alta era la otra virtud de la Juve, con Khedira y Matuidi sobre los interiores madridistas. Vallejo sufría con Higuaín encima. El desastre se intuía cuando Varane comenzó también a perder balones. Isco quería asumir el rol de enhebrar el juego, y hubo un par de llegadas, suya y de Kroos, a partir de robos altos del Madrid, primicias en un partido a contrapié. Pero Costa estaba suelto, se quedaba arriba, y la Juve hacía un juego directo y colectivo mientras que en el Madrid todo tenía una impronta personal y heroica. Así Carvajal y Cristiano les sacaron amarillas a Mandzukic y Lichsteiner, por insistencia y pundonor. Ellos serían los protagonistas del 0-2. De nuevo centro por la derecha al segundo palo, con Mandzukic imposible por alto para Carvajal.
El gol generó ambiente de psicodrama. Era la Juve de la primera mitad de Cardiff, con Mandzukic estelar (un gol llevaba en todo 2018), pero enriquecida atómicamente por Costa y Matuidi. El Madrid sufría y Cristiano bajaba y corría entendiendo que en cada balón estaba la temporada.
Cambios tras el descanso
El Madrid salió con cambios del descanso. 4-5-1 con Lucas y Asensio. Es decir, el 4-4-2 último más Isco. El mejor equipo del Madrid, con Casemiro sacrificado por el objetivo del gol. Un poco lo que fue Casemiro en Dortmund hace años. Kroos ya se retrasaba para ayudar en la salida del balón, pero Costa seguía siendo un problema irresoluble.
Cristiano intentaba sacudirle el miedo al estadio; Vallejo comenzó a ganar balones y Asensio a centrar desde el fondo de la banda. El Madrid empezaba a ser reconocible. Buffon volvió a parar una a Cristiano y Keylor se la sacaba a Higuaín. Se estaba jugando la final anticipada. Se dirimía el título en esos minutos. Se sentía. Y ahí llegó el 0-3: Costa para otra diagonal de Matuidi, con la colaboración del cante de Keylor.
Los jugadores de la Juve, ante la gesta, estaban engrandecidos, fortalecidos. Cada uno en su apogeo. Y en el Madrid comenzaban los acongojamiento con algunas excepciones como Carvajal y Cristiano. La Juve se adueñaba otra vez del mediocampo (soberbio Pjanic). El miedo era químicamente puro, y el Madrid alargó entonces sus posesiones como si fuera un órgano vital. Kovacic suplió a Modric, el público animó por fin. Llegaban ya Isco, Asensio, Varane… Se vio lo que es el Bernabéu, sus “minutos longos”, su cualidad de cima alpina con muchas revueltas. La Juve se replegó, hecha de repente caparazón, con un Matuidi enorme, intimidante en su presión.
Y en el 90 exacto (90:00), el penalti: Benatia invade a Lucas, con el sitio cogido. Pitable, protestable. Expulsan a Buffon, que sale ovacionado, no así Higuaín. Marcó Cristiano y pasó el Madrid, satisfaciendo sus dos leyandas, la blanca y la negra.
Otros resultados
Bayern Munich 0-0 Sevilla (Global: 2-1)
Vía ABC