Con cuatro goles, el delantero portugués hunde a los celestes y ya es el segundo máximo goleador histórico de la Liga tras superar a Telmo Zarra
Sin James pero con Isco. Así se plantó el Real Madrid en su regreso al Bernabéu tras la dolorosa derrota ante el Atlético. Zinedine Zidane, tras haber reconocido que la Liga estaba perdida, continuó con su política de rotaciones y apostó por un equipo novedoso para recibir al intrépido Celta de Eduardo Berizzo. Al igual que el Ciutat de València, repitió Casemiro como mediocentro pero en esta ocasión acompañado por Mateo Kovacic e Isco, un centro del campo inédito en la Liga esta temporada. Efecto inmediato: un Real Madrid sin profundidad ni verticalidad ni, por supuesto, peligro.
Todo lo contrario que el Celta de Vigo, que ha recuperado la esencia de su juego tras la marcha de Augusto Fernández con la entrada en el equipo de Marcelo Díaz, un futbolista de corte distinto al argentino pero que suple con su toque y omnipresencia la marcha del ahora jugador del Atlético. Además, Eduardo Berizzo ya cuenta con su particular crac, Manuel Agudo Durán, conocido mundialmente como Nolito. El de Sanlúcar, aún falto de su mejor forma, es un jugador especial, de los que determinan con sus acciones un partido.
sí, en el minuto 14, un eslalon de Nolito por el centro ante la pasividad de la defensa blanca terminó con una apertura a su fiel escudero, Fabián Orellana, quien puso un caramelo en la cabeza de Iago Aspas pero del de Moaña, que no es su fuerte el remate de cabeza, no acertó con su testarazo a bocajarro y desperdició la mejor ocasión de los de Berizzo en los primeros 45 minutos, que no se volvieron a asomar por la portería defendida por Keylor Navas durante el resto del primer tiempo.
El Real Madrid sí. Porque es lo bueno que tiene este Real Madrid de Zinedine Zidane. Con muy poco consigue mucho. Con un leve incremento de la intensidad de llevó los tres puntos del Ciutat de València el pasado miércoles. Ante el Celta solo le bastó con agitar la barita para romper el partido. Pero antes tuvo que poner a prueba a Rubén Blanco, una de las novedades de Berizzo en el Bernabéu y que sujetó a los suyos con tres grandes intervenciones antes del primer gol, en especial una providencial manopla a testarazo de Casemiro.
Fue precisamente en la jugada posterior al paradón al centrocampista brasileño cuando el marcador se abrió a favor del Real Madrid. Isco, en sustitución de Toni Kroos, envió un balón de manera dulce al corazón del área para que se elevara con su habitual autoridad Pepe y lograr así el esperado 1-0 con uno de sus ya famosos cabezazos –ocho de sus once goles en la Liga han sido de cabeza, uno de ellos de inolvidable recuerdo para el madridismo pues se logró en un clásico–. Corría el minuto 40 y el Celta de Vigo sentía cómo sus buenas intenciones quedaban dilapidadas debido a la enorme pegada del conjunto dirigido por Zinedine Zidane.
En la segunda parte llegó el monólogo de Cristiano Ronaldo, un monólogo sin chistes. Solo con goles. Totalmente desatado, como si el espíritu de Hulk se hubiese apoderado de él, el portugués lograba su primer tanto a los cinco minutos de la reanudación con un misil made in Funchal desde unos 35 metros totalmente imparable. Crecido tras el golazo conseguido y ocho minutos después, el extremo portugués ejecutó un lanzamiento de falta directa con uno de sus ‘tomahawk’ y en esta ocasión de manera perfecta, superando la barrera y colándose de manera muy plástica en la portería defendida por Rubén Blanco. Y cuatro minutos más tarde al enviar complemente solo un servicio de un Isco que hoy sí fue aplaudido por el Bernabéu.
Ya con la goleada asegurada el Real Madrid contaba prácticamente todos sus ataques en gol. Cristiano Ronaldo lograba su cuarto de la tarde al cabecear más solo que la una un envío de Jesé desde la banda izquierda. El canterano se gustó tras la asistencia y con un caracoleo desde dentro del área logró el sexto de la tarde con un potente derechazo. Faltaba la rúbrica y quién mejor para firmarla que uno de los jugadores que volvían al equipo, Gareth Bale. El galés se hizo con el esférico y desde fuera del área con un zurdazo mordido que golpeó primero en el poste puso el definitivo 7-1. Antes del aluvión blanco, justo antes el 4-1, Iago Aspas lograba el tanto del honor para el equipo de Eduardo Berizzo con una sutil vaselina ante Keylor Navas.