Fue bonito mientras duró, pensarán los aficionados de los Clippers y los muchos enemigos que estos Warriors se han ido ganando por el camino. Algo inevitable para alguien que impone su voluntad como una apisonadora. Se han convertido en los malos de la película, sobre todo desde el verano de 2016 cuando, tras perder la final contra los Cavaliers, ficharon a Kevin Durant. En aquel momento el segundo mejor jugador de la Liga por detrás de LeBron James.
Todo el mundo pensó que aquel equipo sería imbatible, lo que de momento se ha demostrado (dos anillos los contemplan desde entonces). Pero Los Ángeles Clippers habían conseguido lo que nadie había hecho antes: llevarles a un sexto partido en primera ronda. Y ganándoles dos seguidos en Oakland, como aquellos Cavs de 2016. Las dudas empezaban a surgir, porque además los Warriors son un poco más mayores, no estaban defendiendo bien (lo que realmente les había dado gran parte de sus títulos, como a casi todos los campeones de la historia), y el cansancio psicológico y la pérdida de apetito después de tanto tiempo en la cumbre asomaban como un sombra alargada.
Pero Durant, es con quien empezó el verdadero reino del terror, ha pegado un puñetazo en la mesa (triunfo 110-129). En realidad ha sido el segundo seguido, lo que pasa es que el primero pudieron contrarrestarlo los Clippers. Pero con el de anoche no ha habido manera. El alero ha acabado el partido con 50 puntos, 6 rebotes y 5 asistencias, con 57,7% en tiros de campo, un 42,9% en triples y un 93,3% desde la personal. Y desde los tres sitios tirando muchísimo. Una auténtica exhibición para recordar que sigue en la pelea por ser el mejor de la NBA y que esta Liga sigue siendo de los Warriors. Al menos hasta que alguien se atreva a decirlo más alto.
Ya llevaba 38 puntos al descanso, igualando la segunda mejor anotación en un mitad de partido en playoffs (Charles Barkley, 1994). Después de un primer cuarto de toma y daca, en el que los Clippers parecían seguros de lo que hacían, en el segundo los Warriors pegaron un estacazo tremendo (+15) y se fueron al vestuario con 19 puntos de ventaja. Ahí estuvo la clave. Se juntó un Durant desatado con un equipo comprometido que recuperó esa defensa que abrasa a los rivales en momentos puntales. En este punto hay que alabar el partido de Draymond Green, que completó una de las mejores actuaciones de su temporada dos días después de ponerse a sí mismo como culpable de la derrota en el quinto por no insuflar la energía necesario a sus compañeros. Acabó con su quinto triple-doble en playoffs, con 16+14+10, a los que añadió 4 tapones.
El tercer cuarto era el momento en el que los Clippers necesitaban reaccionar si querían mantener la eliminatoria con vida, pero su rival no lo permitió. Y además, hoy no fue el día de Lou Williams, por el que han pasado muchas de las cosas buenas de su equipo en las dos victorias que han logrado en esta serie. El escolta se quedó en un 3/21 con el que los angelinos no pueden soñar en superar a un rival de esta categoría. Por mucho que Gallinari rindiera al máximo (29+5) o que el rookie Gilgeous-Alexander demostrara que ya es una realidad (22+5+6).
Al final era el partido de Durant, que logró su máxima puntuación en playoffs después de haberlo hecho hace dos días. Es el sexto jugador con 45 o más puntos en partidos consecutivos de post temporada e iguala el récord de este año, que estaba en manos de Damian Lillard, en el último ante los Thunder. Los dos jugadores son los primeros que meten 50 para cerrar eliminatorias en una misma temporada. Ahora ya saben lo que tienen por delante. Unos Houston Rockets con sed de venganza después de perder la final de conferencia del año pasado en un séptimo partido horrible en su propia casa. Disfruten de lo que viene porque puede ser una final anticipada.
Tomado de as.com