La primera campeona del estadio no lo hizo de una forma cualquiera. Almaz Ayanahizo algo comparable a lo que ha hecho Katie Ledecky en la piscina, al dar un bocado de más de 13 segundos al récord del mundo de 10.000: de 29:31.78 a 29:17.45. No era, además, una plusmarca cualquiera, ya que el antecedente databa de 1993, en posesión de la china Wang Junxia, perteneciente a una cuadra de atletas conocida como el ‘Ejército de Ma’. Su entrenador, Ma Junren, fue acusado de dopar a sus atletas y de tiránicos métodos de preparación, reconocidas por la propia plusmarquista, una vez retirada.

Antes de la proeza de la propia Junxia, en el Mundial de Stuttgart, el récord ya había permanecido detenido durante años, desde 1986, cuando la noruega Ingrid Kristiansen lo dejó en 30:13.74. La fondista china fue la primera en romper la barrera de los 30 minutos, pero, después de lo observado en Río, no es descabellado pensar en que Ayana, de 24 años, pueda bajar en el futuro de los 29.

El dominio de la prueba fue tan incontestable que, a partir de los 6000 metros, la etíope ya no tuvo oposición y empezó a doblar atletas. Fue sola media carrera, sin liebre alguna ni más referencias que las del crono y las sensaciones de su propio cuerpo. En una prueba preparada, es un misterio hasta dónde puede llegar.

Especialista en 5.000, donde ya fue campeona del mundo en Pekín, había conseguido realizar la segunda mejor marca de todos los tiempos (14:12.50), hecho que ya amenazaba el, hasta ahora, incontestable reinado en el fondo de su compatriota Turinesh Dibaba. En Río, la reina fue tercera, mientras que en segundo lugar se clasificó la keniana Vivian J. Cheruitoy, que lanzó la carrera en las primeras vueltas.

EL MUNDO.