Después de lo sucedido este martes en Manchester, las semifinales de la Liga de Campeones necesitaban un partido como el disputado en el Vicente Calderón. Goles de calidad, tensión, entrega, decepciones, elevaciones futbolísticas, duelos tácticos y pasión se dieron cita a orillas del Manzanares para marcar el camino que termina en Milan.
No había dudas de lo que iban a plantear ambos entrenadores sobre el verde colchonero. Guardiola quería tener el balón y Simeone incomodar a su rival lo máximo posible. No dejarle respirar, evitar el más mínimo pensamiento y que sintiera el aliento en cada acción eran las consignas de Simeone a sus chicos. Sin lugar a dudas, lo cumplieron con creces. Ya pueden ser las semifinales de la Liga de Campeones o un encuentro liguero ante el último de la tabla, la vida entre los rojiblancos siempre es la misma.
Ante un conjunto germano que quiso poblar el centro del campo ante la idea de llevar la iniciativa del juego, fueron los locales quienes presionaron tanto en la medular como sobre los centrales rivales para evitar que no llegara un solo balón limpio a Lewandowski, perdido entre las redes de Giménez y Savic.
El ambiente de la grada colchonera se empeñó en buscar el primer gol, pero aunque lo intentaron sin descanso, fue Saúl el que se inventó una obra de arte que terminó con el esférico en el fondo de la meta rival. El canterano no necesitó que nadie le animara, sólo sorteó piernas hasta que levantó la cabeza para poner el cuero donde Neuer tenía imposible llegar. Primero superó a Bernat, después fue Xabi Alonso el que terminó por los suelos y después Alaba vio en una situación ideal la bicicleta del medio y el zurdazo con parábola que significó el primer tanto del choque.
Unas semanas después de que Rummenigge menospreciara al Atlético de Madrid, no hay dudas de que habría cambiado a pelo a más del noventa por ciento de su plantilla por la de lo madrileños. Hay que recordarle que la UEFA permite superar rondas de la Liga de Campeones por partidos como el de este miércoles.
Los colchoneros se sienten felices jugando en vertical y dando velocidad al juego. La felicidad de los locales fue inversamente proporcional a la tristeza de un Javi Martínez que sufrió. El navarro saca el balón desde atrás como nadie, pero cada balón a su espalda es un sinvivir.
Tras la reanudación, el que sufrió fue el Atlético. Lo germanos se adueñaron del balón, encerraron a su rival en su área y pusieron a prueba a un Oblak que es un seguro de vida para su equipo. El esloveno no tuvo grandes intervenciones, pero atrapa todo lo que va por arriba y por abajo, no duda en las salidas y da una confianza a sus defensas que muy pocos guardametas en el mundo lo consiguen. Por si fuera poco, la suerte le acompañó y un disparo de Alaba desde Alemania terminó saliendo despedido por el larguero.
Quince minutos tardó el Atlético en quitarse la presión de un Bayern que terminó por poner a Riberyy Müller sobre el terreno de juego. El francés tardó en meterse en el juego y el atacante ocupó el sitio de un Thiago que daba la sensación de poder sacarse un conejo de la chistera en cualquier momento.
Los de Guardiola se empeñaron en poner balones sobre el área rival y a pesar de queLewandowski apareció en más ocasiones, el ejército aéreo del equipo de Simeone impedía remate alguno sobre Oblak. Sólo Javi Martínez se atrevió a meter la cabeza por allí para que el esloveno atrapara el esférico.
Mientras el Bayern quería el gol para disputar la cita del Allianz con mayores garantías, Torresprotagonizó una de sus típicas acciones y sólo el poste pudo desviarlo de su camino hasta el gol. El de Fuenlabrada dejó atrás a Alaba y con Neuer superado rozó el gol.
Lo minutos pasaban y el Atlético se sobreponía al cansancio con un juego donde nadie es capaz de superarle. El reloj corría mientras el balón se paraba. Una exageración por aquí, otra protesta por allá y los colchoneros están a noventa minutos de regresar a la final de la Liga de Campeones. El fútbol le debe algo al Atlético y los rojiblancos los quieren aprovechar.
Vía: Marca