El Levante conquistó un punto repleto de mérito en el estadio Santiago Bernabéu ante un Real Madrid que sigue sin vencer en LaLiga de local, con errores de Zinedine Zidane en el planteamiento, en un nuevo partido a contracorriente que no encontró el milagro final al repeler el poste el disparo de Kroos.

No todas las decisiones de Zidane son acertadas. En una dinámica ganadora cualquier modificación suele surgir efecto con el viento a favor, pero no fue el caso ante el Levante. La resaca de los partidos de selecciones invitaba a la rotación masiva pero hubo aspectos tácticos que no dieron resultado y se toparon con un rival serio, bien situado en el césped y con las ideas claras.

Juntaba Zidane en la banda izquierda a dos jugadores con necesidad de espacios para explotar sus virtudes. Marcelo y Theo juntos no funcionaron. Cambios en todas las líneas y una siesta inicial madridista en un horario extraño en el Bernabéu, de la que solo Marco Asensio intentaba despertar.

Se aprovechó el Levante que golpeó aprovechando un grave error defensivo. De un saque de banda nació el gol con un balón que jamás puede botar dentro del área. Ivi se anticipó a la pasividad de Carvajal, controló con calidad y definió con clase. Su toque preciso fue inalcanzable para Kiko Casilla.

Era un golpe inesperado que planteaba otro partido a remolque en el Bernabéu para el Real Madrid. Tenía bandas para buscar por fuera soluciones. Comenzaron a llegar centros de Marcelo desde la izquierda y de Lucas Vázquez desde la derecha. Un disparo al cielo de otra novedad, Marcos Llorente, que tomaba el mando en el centro del campo.

Pero la velocidad de crucero, sin un fútbol de brillantez, que comenzaba a coger el Real Madrid se vino abajo por una lesión que enmudeció a la grada. Benzema se marchó sin poder dar un paso y no había un 9. Sin Cristiano Ronaldo, sancionado, y con Borja Mayoral en la grada por extraña decisión de Zidane, solo quedaba Bale para jugar en una posición en la que no se siente cómodo.

La petición de Florentino Pérez y Zidane al madridismo de no silbar a Bale surgió efecto de inicio pero el galés es puro desacierto. No le falta voluntad pero está lejos del nivel que se espera de él. Sin confianza y en una demarcación antinatural para su fútbol pasó desapercibido cuando el Real Madrid le necesitaba.

El Levante mantenía el orden y rebajaba su presencia en terreno contrario. Ivi, con osadía, chutaba una falta lejana lateral cuando todos esperaban el centro. Era el balón parado el mejor salvavidas para el Real Madrid. La cabeza de Ramos, cómo no. De un saque de esquina llegó el empate con el clásico testarazo del capitán, rechazado por Raúl y Lucas Vázquez marcando a puerta vacía.

El corazón de Ramos levantaba al Real Madrid pero su fútbol carecía de continuidad. A impulsos de orgullo encerraba a su rival, con centros laterales y córners. Bale perdonaba de cabeza y fallaba la más clara, al borde del descanso, en un mano a mano que plasmó su falta de confianza. Con el exterior del pie zurdo se topaba con Raúl.

La segunda parte sería un monólogo del Real Madrid, una lucha contra el nerviosismo con el paso de los minutos y la ausencia del gol de la remontada. El Levante mantuvo su firmeza defensiva y con eso ya era bastante ante el vigente campeón. Con el paso de los minutos, puntuar se convirtió en cuestión de acierto de Raúl, que acabó saliendo por la puerta grande del Bernabéu.

Un balón largo de Ramos que dejaba solo a Bale, que no controló, y una perdida del galés en un pase fácil, provocaron los silbidos de algunos aficionados. Se silenciaban con el apoyo al ímpetu madridista, siempre con más corazón que cabeza. A la hora de partido Asensio intentaba dar color a su partido gris con un remate a centro de Carvajal, al que no conseguía dar suficiente potencia.

Bale intentó rematar todo lo que le llegó, solo por alto porque no hizo movimientos de delantero centro como para tener balones a sus desmarques. Cabeceaba alto una más y rozaba el palo en su último intento.

Zidane recurría a Isco como salvador pero no era el día. El 4-5-1 dejó falta de pegada por la ausencia de delanteros y el Real Madrid añoró más que nunca a su líder Cristiano Ronaldo. El Levante juntó líneas y provocó que el partido se jugase en unos metros. La mejor solución eran los disparos lejanos pero Kroos y Carvajal no pudieron superar a Raúl que acabó saliéndose con una parada abajo a Asensio y una estirada a latigazo de Marcelo.

La afición madridista, acostumbrada a los tantos milagrosos, esperaba el último impulso confiada en la victorias. En esta ocasión no llegó. A la desesperada encontró la expulsión de Marcelo, por agresión a un rival, y el último intento de Kroos que lo estrelló en la madera. El campeón encadena dos pinchazos en el Santiago Bernabéu. Las rotaciones no siempre son efectivas.

 

Vía EFE