Benzemá anotó dos goles para el Real Madrid.

Al enfermo le queda de salud lo que dure Benzemá de aquí al final de temporada. Los dos goles del francés en la victoria contra el Eibar (2-1) evitan un nuevo bochorno en el Real Madrid, pero no valen para esconder las vergüenzas de un equipo que entró al partido desganado y fue superado por el rival en el primer tiempo.

Se fue el Madrid al descanso perdiendo con el gol de Cardona, pitado por el público en otro día negro de asistencia al Bernabéu –50 mil 284 espectadores– y con Bale señalado. No hay paciencia con el galés. Se le pita al mínimo error en un disparo o perdida del balón. Es el pim pam pum de unos seguidores que no soportan la apatía, desgana y falta de sangre de los futbolistas. En especial, del que más dinero gana y debía haber sido esta temporada el líder del equipo.

El orgullo de Benzemá es la medicina que hace reaccionar a un Real Madrid que está hundido en lo anímico y fubolístico. El ‘9’ ha decidido que hay que acabar la temporada con dignidad. No es algo que se debería resaltar ni poner en valor. Es lo mínimo que se le pide a un equipo que ha defraudado en la Liga y sufrió enormes batacazos en el Bernabéu contra el Barcelona y el Ajax de Ámsterdam. Lo que le queda al Madrid es un Benzemá que tiene decencia y amor propio. Hizo dos goles, le anularon otro y estrelló un balón al palo. Está vivo. El empeño que le puso en la segunda parte y cómo se rebeló ante la derrota es lo poco reconfortante de un equipo frustrado y triste.

REDACCIÓN JM DEPORTES