Por Pedro Vita, @VitapedroOK
El 2016 ha sido un año maravilloso para el fútbol panameño. El resultado de un largo y profundo trabajo se vio reflejado en el 2do semestre con varios acontecimientos a destacar:
Árabe Unido brilló en Concachampions bailando y eliminando al poderoso Rayados de Monterrey y se coronó campeón del torneo local. Además, lo hizo de una manera pocas veces vista en cualquier liga: un fútbol vistoso, de respeto al balón, con un siempre único objetivo que era llegar continuamente con peligro sobre el arco rival. Lo más difícil es ganar seguido jugando de esa forma y Árabe lo logró. Por eso, hay que decir que su semestre fue el mejor de la historia para un equipo panameño.
Plaza Amador logró llegar a las dos finales del año, algo muy difícil de lograr para cualquiera. Ganó la primera y perdió la segunda, pero nadie puede negar que, con un estilo bien marcado, logró un invicto espectacular y llegó a convertirse en el equipo al cual nadie quería enfrentar. Sus formas no serán las preferidas de los neutrales, pero eso al plazino poco le importa. Su mancha fueron los actos de violencia que se vivieron en ambas semifinales, tanto en las gradas como en la cancha. En lo futbolístico, nada que reprocharle.
Cerremos con lo más importante: la Selección. No puedo sacarme de la cabeza los dos partidos ante Haití en la fase de grupos. Empate «glorioso» en la isla y victoria ajustada en casa. Los triunfos holgados a veces confunden y es por eso que el sufrimiento ante los haitianos fue más fructífero de lo que pensamos. Llegó Jamaica con nuestras dudas por las dificultades recientes pero con la seguridad de que el Bolillo sabía y entendía lo que hacía. Se le ganó bien, con autoridad. Pasó Costa Rica de visita, con equipo alternativo, y llegó el turno de las dos primeras fechas del Hexagonal: Honduras allá y México acá. Podía pasar cualquier cosa.
Pero Hernán lo tenía todo muy claro: para tener más posibilidades de ir al Mundial hay que jugar de una sola manera, y esa manera no será vistosa, pero sí efectiva. Victoria merecida en San Pedro Sula y empate con sabor a victoria ante los mexicanos, ya que se neutralizó por completo al mejor ataque de la zona y se mereció claramente el triunfo. El Bolillo le ganó los dos partidos a sus compatriotas Pinto y Osorio porque se jugó a lo que él quiso que se jugara, algo que antes no ocurría. Ese ya es el gran logro del DT y de unos jugadores que lo terminaron de entender. El 2017 decidirá cómo sigue la cuestión, pero no hay dudas de que con el Bolillo hay más posibilidades de lograr lo nunca antes logrado.
¿Copa América? Llegó justito cuando más se la necesitaba para reforzar la convivencia del grupo con el Cuerpo Técnico y entender que el camino era uno y no había que desviarse.
Ah: muchos de los que juegan en el exterior salieron campeones. Los respresenta muy bien un tal Román Torres que volvió con todo. Alma de su selección y equipo, con quien ganó la MLS convirtiendo el gol del título y liderando la defensa y el vestuario. Eso también es un gran triunfo para Panamá.