Cuando Heung-Min Son ganó con Corea del Sur los Juegos Asiáticos en septiembre de 2018, obtuvo algo aún más importante que un gran triunfo para su país. Con la victoria el mediapunta del Tottenham, de 27 años, puso a salvo una carrera deportiva que se veía amenazada por la obligación de realizar un servicio militar obligatorio de 21 meses en su país antes de cumplir los 28. Pero tras la medalla de oro lograda en Indonesia, el servicio militar que iba a partir en dos la trayectoria de Son pasó automáticamente a ser de solo un mes, que cumplirá ahora aprovechando el parón del fútbol mundial por la pandemia del coronavirus.
El mediapunta, que por aquel entonces tenía 26 años, había gastado ya su penúltima bala para eludirla en el verano de 2018 en Rusia, donde sus imágenes llorando a lágrima viva tras caer eliminado en fase de grupos se convirtieron en uno de los momentos más icónicos del último Mundial.
Pero unos meses más tarde, Son aprovechó su última oportunidad y capitaneó a su selección hacia una victoria que le permitió reducir drásticamente el golpe que habría supuesto en la carrera de un futbolista consolidado como una de las grandes estrellas de la Premier League. De los casi dos años de servicio como mínimo (dependiendo de la rama que se asigne podría haber llegado a alargarse hasta 36 meses), el castigo pasó a ser solo de cuatro semanas. Ahora, tres meses antes de cumplir la edad límite marcada por el gobierno surcoreano, adelantará un proceso que estaba previsto para este verano, una vez hubiera finalizado la temporada si todo hubiera ido según lo previsto.