El Barcelona salió golpeado en su visita a Mánchester, donde Guardiola esperaba con la receta, con el antídoto perfecto para anular los efectos adversos del equipo azulgrana. Remontó el tanto inicial de Messi y acabó llevando al Barça a la locura con un ‘doblete’ de Gündogan y otro tanto de Kevin De Bruyne. Este City sí sabe competir con los grandes.
El Etihad vio paradójicamente los mejores minutos del Barcelona en lo que va de temporada. Y también los peores. El Barça pasó del blanco al negro sin detenerse en los matices. Se embarcó en un partido de locura únicamente porque así lo quiso. Se exhibió en una primera media hora de ensueño y acabó desesperado y alejado de ese control que le permite marcar el destino de los partidos.
El inicio equilibrado dio paso a una exhibición de los de Luis Enrique, que superaron al City en todas las zonas del campo. Justo la misma sensación que se vivió a la inversa en el segundo acto. El Barça de las dos caras se derrumbó de manera alarmante. En la cara A, André Gomes demostró carácter y ofreció presencia en el mediocampo. Messi y Neymar se encontraban con facilidad y Digne se postulaba como un recambio de garantías para Jordi Alba. En la cara B, Busquets volvió a humanizarse con entradas tardías, Sergi Roberto cometió errores impropios de un lateral del Barça y la defensa azulgrana se vino abajo con una facilidad asombrosa.
En esa primera parte del encuentro, Neymar combinó con en un contragolpe de libro y el City tembló ante el recital azulgrana. Iba el partido camino de otra goleada como la del Camp Nou pero esta vez el error individual no vestía de celeste. Sergi Roberto regaló un balón en la frontal del área y Gündogan culminó el castigo de los de Guardiola. A partir de ahí el partido nunca fue el mismo y el Barça dejó de ser el Barça.
El City le invitó a un viaje alocado que sacudió los cimientos de la defensa de Luis Enrique. Comenzó con un libre directo en el que De Bruyne dejó en evidencia a Ter Stegen, que reaccionó tarde y mal a un balón que iba hacia su palo. Y acabó con otra culminación a placer de Gündogan tras una gran acción colectiva de los de Guardiola, en la que la mano de Agüero jugó un papel decisivo. Entre medias, un sinfin de ocasiones que acentuaban la debilidad del Barça en su primera línea y un disparo al larguero de André Gomes que pudo frenar el vendaval celeste.
Un torrente de fútbol vertiginoso que pasó por encima del Barça menos reconocible. Un partido para olvidar que aplazó el viaje de los de Luis Enrique hacia octavos. No iba a ser hoy, no iba a ser en la City de Pep.
Diario Marca