El Espanyol ha ganado al Atlético, al Barça y ayer al Real Madrid. Algo de magia tendrá el estadio blanquiazul, donde el equipo de Quique aparcó a un lado su crisis y sumó su primer triunfo en los últimos ocho partidos. El Madrid nunca había caído en Cornellá, pero no hizo nada por mantener su racha en el feudo blanquiazul ni por cuidar su buena dinámica de resultados. Apenas hizo nada, tras una fantasmagórica segunda parte. Con una alineación que recordó mucho a la del desastre en la Copa ante el Leganés, tiró por tierra todo ese repertorio de buenas sensaciones y victorias con la que se acercaba a la cita con el PSG. Tenía muchas bajas, pero no termina de funcionar con determinados jugadores. Busquen las diferencias en las alineaciones con los anteriores partidos y verán. El Espanyol no hizo demasiado. Lo justo. Su insistencia mereció el gol al final, en el descuento, en otro desajuste de la defensa del Madrid, castigado por Gerard Moreno.
Zidane, obligado por tanta ausencia, había decidido evocar la alineación de la debacle en Copa en el Bernabéu ante el Leganés, con un centro del campo con Isco, Kovacic y Llorente, y Achraf en el lateral, entre otros. Hasta siete jugadores de aquel equipo repetían en el RCDE Stadium, donde los pericos hace tiempo que habían dejado de volar. La enfermedad larvada del Espanyol, siete partidos sin ganar, se dejó notar en el primer cuarto de hora. Apenas pasó del centro del campo ni tampoco opuso demasiada resistencia. El Madrid, sin hacer gran cosa pero presionando bien, se asomó mucho por los dominios de Diego López, que intervino bien en un cabezazo de Bale, pero el bagaje fueron una sucesión de córners. El internacional galés no se mostraba contundente como Cristiano ni asociativo como Benzema. Ni para una cosa ni para la otra. Asensio no estaba tan brillante como otros días y Lucas se fue apagando. Isco volvía al centro del campo y el Madrid, menos dinámico, dejó de correr y marcar goles… Terminó perdiendo.
El Espanyol despertó en una ocasión que se encontró porque pasaba por allí, porque estaba jugando ese partido. Carlos Sánchez taponó el pelotazo de Varane en el inicio de la jugada del Madrid y dejó solo a Gerard Moreno. Keylor, providencial en los últimos tiempos, la sacó. Es lo que se le pide a un portero del Madrid. Que pare la que le llega. De pronto, el equipo blanquiazul se sacudió los grilletes psicológicos con los que parecía haber afrontado el encuentro, buscó la portería contraria, que también existe como el sur, y terminó marcando un gol (Gerard Moreno) pero fue anulado por fuera de juego que no era. La jugada era materia para el VAR. Eran los tiempos en los que Zidane andaba muy disgustado por la descomposición de su equipo, sin ideas, que sólo reaccionó al final del primer tiempo, con un par de tiros de Isco y otro de Bale que Víctor Sánchez paró como un portero desde el suelo, pero esas jugadas han dejado de ser penaltis ¿?
La sensación tras el descanso para el espectador fue un desconsuelo. El partido dejó de tener porterías y por tanto ocasiones. Fue un espectáculo incomestible, aunque el Espanyol se animó un poco y el Madrid encontró más espacios, pero sin que le sirviera de mucho: ya se había convertido en un equipo insípido, incapaz de conectar tres pases seguidos, hundido en una salsa espesa de donde no le sacaban sus jugadores de talento, ni Isco ni Asensio. Tampoco tenía soluciones en las bandas con Achraf y Nacho. El Madrid fue perdiendo ascendencia sobre el encuentro mientras el Espanyol recuperaba la fe en el triunfo. Quique buscó la victoria con sus cambios y Zidane tardó en mover a su equipo, como es habitual. A veces, el deseo tiene premio. Sólo el Espanyol había puesto el suficiente interés. Y lo encontró al final, en el descuento, en una buena jugada de Sergio García y un gran remate de Gerard Moreno, todo un picotazo de los pericos para cortar la racha del Madrid, tan apático como en sus peores días a una semana de visitar París.
Vía Marca