Nació el 13 de diciembre de 1996 en la ciudad de Colón, realizó sus estudios primarios en la escuela Cristobal Colón, mientras que se graduó de secundaria en el Colegio San José – La Salle en dicha provincia.

Randall, fue un apasionado por el deporte, principalmente por el fútbol, jugó en las categorías inferiores del deportivo Árabe Unido de Colón hasta que un día todo cambió.

Descubrió la noticia que cambiaría su vida y la de su familia, se le diagnosticó INSUFICIENCIA RENAL CRÓNICA, una terrible enfermedad que no solo lo alejaría de su mayor pasión el fútbol, sino del estilo de vida de la mayoría de los adolescentes.

La Insuficiencia Renal Crónica es una pérdida progresiva de las funciones renales, termina por afectar los riñones hasta dejarlos sin funciones, es decir, pierden su capacidad para eliminar desechos, concentrar la orina y conservar electrolitos en la sangre.

Este joven luchó todos los días con esta enfermedad, terminó sus estudios secundarios y junto a su adorada madre Débora Mckay se trasladó a la Ciudad de Panamá para entrar en la universidad.

Su vida dependía todos los días de conectarse en las noches muchas horas a una máquina que hacía el trabajo de limpieza del cuerpo y poder parecer un joven normal durante el día, ir a estudiar y hacer algunas cosas que esta enfermedad le permitiera.

Muchos de sus compañeros jamás imaginaron lo que Randall padecía, pues al terminar una jornada, mientras muchos descansaban, o realizaban alguna actividad recreativa, él tenía que enfrentar una triste realidad para poder vivir.

Randall, alejado de las canchas, entró a la facultad de Comunicación Social en la Universidad de Panamá, a estudiar producción y meses después encontró una oportunidad en JM Deportes.

A pesar que estudiaba producción, Randall soñaba con ser presentador, hablar en la radio, narrar juegos, es decir, vivir esa pasión del deporte, principalmente el fútbol, pero ahora desde otra vitrina.

Entrar a JM Deportes, fue como volver a encontrar una razón de vida, llegó sin conocer mucho, pero con unas ganas enormes y muchos deseos de superarse.

Al poco tiempo Randall empezó a tener complicaciones para cumplir con las tareas asignadas en JM Deportes, hasta que se vio en la necesidad de comentarnos sobre su terrible enfermedad. Admito que en ese momento intenté ser fuerte y no conmoverme con su historia, sin embargo, fue imposible…

Con esas condiciones, habían muchos riesgos para dejarlo en el proyecto, sin embargo, Dios tomó control y Randall entró con una sola condición; te vamos a tratar como uno más y nadie debe saber sobre esto.

 Randall muy conmovido aseguró “No esperaba menos, prometo no defraudar” y vaya que cumplió, al poco tiempo Randall se convirtió en el coordinador del grupo, el filtro para entrar, el guía de los nuevos, en fin era el “Boss”, como internamente todos le decíamos.

Los compañeros nunca imaginaron todo lo que padecía Randall, muchas veces si preguntaban ¿Por qué no va a la piscina con nosotros? ¿Por qué no juega fútbol con nosotros? ¿Por qué no se puede quedar de un día para otro si vamos a coberturas? las respuestas siempre eran inconclusas.

Randall sufría en silencio, acompañado por el ser que más amó; su señora madre, Débora Mckay. Nunca lo demostró, para el resto de las personas era uno más, un joven talentoso, peleón, responsable pero sobre todo apasionado por el fútbol y por lo que hacía.

Randall cumplió y disfrutó como nadie estar en JM Deportes, en poco tiempo logró estar en el programa de radio, fue de los primeros en presentar para Instagram y Youtube y hace muy poco, este mismo año, logró hacer narraciones de fútbol y debutar en televisión.

Randall fue exigente con todos, y creo que incluso peleó con todos pero dejó su huella de compromiso, lealtad y sobre todo una segunda familia que encontró en cada uno de sus compañeros.

Por más de 4 años Randall vivió gracias a los tratamientos de diálisis, periódicamente tenía que viajar a Colón para chequeos, era la rutina de siempre, hasta que el 14 de noviembre de este año las cosas se complicaron por una infección en el catete localizado en su abdomen.

Randall , que siempre demostró ser muy fuerte, había superado incluso otras recaídas que parecían más peligrosa, sin embargo, esta vez sería más difícil.

El 13 de diciembre cumplió apenas 22 años, y como siempre su compañera, amiga, Débora Mckay estuvo con él, le llevó dulce y le cantó cumpleaños. Randall aseguró que muy pronto salía del hospital, y prefería que no lo fueran a visitar, pues estaba hinchado, solo su familia que sabia su situación podía estar allí.

El 10 de diciembre Randall fue intervenido en el Hospital Amador en Colón, ese mismo día en una nota de voz, al preguntarle como todos los días sobre su recuperación aseguró “Ya mañana me dan calle, seguiré en Colón pero ya salgo mañana”.

Por todo este tiempo se estuvo esperando algún donante de riñon para hacerle transplante, pero no ocurrió, y cuando todos nos preparabamos para su salida del hospital, la vida nos sorprende… Randall envió un audio al grupo de su familia y avisó que iría a cuidados intensivos, su madre siempre estuvo a su lado, pero por esas cosas de Dios, por instrucciones del propio Randall, le había pedido que fuera a hecharle comida a su perro, por quién él se desvivía, cuando su familia regresa al hospital, ocurrió lo inesperado, Randall había muerto de un paro.

La tristeza es muy grande, pero sabemos que Dios lo quiso de esa manera, Randall nos deja un legado de sacrificio, de lucha, pero sobre todo de valorar las cosas que tenemos.

Nuestro reconocimiento a todos sus familiares, y claro JM Deportes será siempre su casa porque estamos seguro, que muy al estilo de Randall, dijera, ahora soy corresponsal desde el cielo.

Te vamos a extrañar y a todos nos golpeó tu partida, pero tu historia la tendremos presente y valoraremos toda la vida.

 

Randall Becerra, el Boss, hasta siempre amigo