Un gol en el minuto 91 del genio inglés al rematar el pase, junto al partidazo de Lucas Vázquez, asegura el título y marca el fin de la era de Xavi, quien termina escuchando el desgarrador «Xavi, por favor, quédate».

Bellingham selló LaLiga del Real Madrid, a falta de la confirmación matemática, al marcar en el último minuto el gol que decidió El Clásico. El Bernabéu fue una caldera blanca que vivió una noche inolvidable, otra más, en una semana perfecta, venciendo al Barcelona, que queda a 11 puntos pese a ponerse por delante dos veces. Lucas Vázquez, lateral y protagonista de los tres goles, personifica mejor que nadie el espíritu indomable del futuro campeón de Liga. Así se lleva el Madrid.

Puede que la Batalla de Mánchester pasara factura a los músculos de varios de sus jugadores, razón por la cual Ancelotti cambió al 75% de la defensa que brilló en Champions. El caso es que el Madrid salió con dos interiores como laterales y sufrió por los extremos en un primer tiempo de color azulgrana. Fue, sobre todo, vulnerable para defender los balones cerrados que sirvió Raphinha desde el córner derecho. La presión alta del Barça provocó el error en el pase de Vinicius, corrigió Kroos y en el lanzamiento desde la esquina, Christensen remató en el segundo palo a la red. Falló Andrei Lunin, que midió mal la salida, como si hubiese dejado en el Etihad toda su autoridad aérea. Cada saque de esquina, especialmente de Raphinha, fue un tormento para el ucraniano y la zaga blanca, con el Bayern acechando. Es urgente corregir el asunto en los entrenamientos.

Respondió el Madrid al gol tempranero con verticalidad y ambición. Con Vinicius liberado de la banda, el ataque blanco se volcó por la derecha. No solo por Rodrygo, hábil en el juego corto, sino también por Lucas, multiplicado en ataque. Por allí llegó una buena opción de Vinicius tras peinar Modric un pase diagonal. Se le fue alto. Y por allí aprovechó el lateral gallego la debilidad de Cancelo, que no cerró con solvencia, para encarar a Cubarsí. Recortó al central que se tragó la maniobra y dejó la pierna atrás para que Vázquez buscara el contacto. Penalti astuto que asumió Vinicius y convirtió con eficacia, por su derecha.

Curioso, pero cada gol animó al oponente a sacar lo mejor de sí. El Barça reaccionó al empate imponiéndose con la pelota. Buen ejercicio colectivo, con la defensa alta, del equipo de Xavi, aunque el factor diferente era Lamine Yamal. Ovacionado en el mismo escenario con la selección, el extremo azulgrana fue una pesadilla en cada incursión por derecha con su arrancada imparable. El partido confirmó que el duelo con Camavinga tenía color culé. El francés, de hecho, vio una amarilla que la afición culé reclamó como roja, cuando se dirigía a portería y Valverde acudía a corregir.

Lamine Yamal es el futuro del Barça y en el presente pudo decidir el Clásico al puntear otro córner y sacar Lunin, más dentro que fuera. Tres minutos estuvo el VAR tirando líneas, paralelas, arcos e hipotenusas para concluir que no había prueba fehaciente de que el balón entrara completamente. La tecnología de gol fallará, pero es una mejor solución que depender del tiro de cámara.

Antes del descanso se rompió De Jong en una pugna con Valverde. Nobles los dos, Freenkie se llevó la peor parte y la ovación elegante del Bernabéu. Entró Pedri antes del descanso y Fermín justo después, por Christensen, una apuesta ofensiva y lógica. Al Barça no le valía el empate si quería sobrevivir en LaLiga. La fatiga hizo presa en ambos equipos, más preocupados por no conceder ventajas que de aprovechar sus bazas. Fue Xavi quien dio otro paso adelante al meter a Joao Félix y Ferran. Talento y piernas frescas. No aprovechó la primera el Tiburón que cruzó el remate demasiado, aunque le habían cobrado el fuera de juego. Lo rompió de nuevo Lamine Yamal al volver a irse hacia dentro, meter el centro cerrado, desviar Lunin a duras penas y remachar Fermín, desde cerca.

Lo tenía el Barça. El 1-2, la ilusión, una rendija para pelear LaLiga. Pero le duró nada y menos. Mientras todo el Bernabéu vibraba por el acierto de Vinicius, en un pase extraordinario de zurda, y de Lucas Vázquez, corazón tan blanco. Y talento en el remate. También por la desatención de los Joaos, que dejaron solo al gallego para restablecer las tablas. Fiel reflejo de las debilidades defensivas del equipo azulgrana en la temporada. No se puede negar que buscó el gol con ambición, tratando de explotar a Lamine Yamal, bien fijado en el tramo final por Fran García y Modric. Pero faltaba un último giro de guion, ese que ha construido la leyenda del Bernabéu. Controló Brahim en el medio, esperó la llegada del ataque, abrió al mejor futbolista del partido que metió un pase exquisito, Joselu no pudo conectar el taconazo y Bellingham resolvió con violencia y calidad. Euforia en el Bernabéu. Frente al gran rival, al Barça de Xavi, en el último minuto. LaLiga está en el bolsillo.