Hace tan sólo unos días Inglaterra se desmarcaba del resto de Europa con el famoso ‘Sí’ al Brexit. Como si de una desastrosa premonición se tratase, el combinado inglés confirmó su ruptura total, y de manera prematura, con el viejo continente. La revolución vikinga de un país de menos de medio millón de habitantes acabó con ellos. Y con cualquier esperanza de volver a sentirse importante en Europa.

Al norte de Europa, en una pequeña isla, se agolpan en este momento los cerca de 330.000 habitantes que viven en el país más simpático y enternecedor de esta Eurocopa. Con poco más de 20.000 fichas federativas de fútbol, Islandia se ha colado en los cuartos de final. Y lo ha hecho empujando a Inglaterra fuera de Europa, sin referéndum ni otros instrumentos políticos de moda. A cambio, aportó una dosis de buen fútbol y oficio y mucha, muchísima ilusión. ¿Quién no va a ir ahora con Islandia?.

Quien haya visto a los hombres de Lars Lagerback en la fase de grupos y este lunes en Niza sabrá que no es fruto de la casualidad. Su tremenda solidez defensiva, sus rápidas transiciones y el insultante atrevimiento de un primerizo han dejado ya en evidencia a Austria, Portugal y ahora Inglaterra. No se trata de una broma. No es un fogonazo de una noche inspirada. Francia ya está avisada: los vikingos han invadido esta Eurocopa.

Y eso que el partido se puso cuesta arriba muy pronto. Sterling le sacó un penalti a Halldorsson queRooney se encargó de ejecutar con precisión milimétrica. Fue casi la única aportación del delantero del United a este torneo. Los kilómetros recorridos pesan y su oportunidad de hacer algo grande con Inglaterra acabó esta noche en Niza.

No había terminado de asimilar el golpe Islandia cuando respondía con la contundencia de una potencia europea. Un saque de banda con aspecto de córner -habitual en su estrategia- lo finalizabaRagnar Sigurdsson con un disparo a quemarropa sobre Hart. Era el minuto seis y los islandeses ya habían dado un significativo golpe en la mesa.

La rebelión se consumó doce minutos más tarde. Sigthorsson finalizaba una buena acción colectiva con un disparo que Hart sólo frenó a medias. Sonaba a anécdota más que a sorpresa. Quedaban 70 minutos y un previsible asedio inglés por delante. Pero Inglaterra se fue apagando minuto a minuto, pase a pase. Se confirmó que a esta Eurocopa vino el hermano gemelo malo de Harry Kane o queSterling dejó su desborde en Anfield. A eso hay que sumarle que Rooney ha quedado para ser el ‘Pirlo’ inglés sin tener ni de lejos la claridad en la circulación del italiano.

Únicamente Sturridge se saltaba los débiles argumentos de Inglaterra y rompía con la apatía generalizada. Poco para romper a una defensa fuertemente estructurada. Irrisorio para alterar a un equipo que, lejos de respetar la historia y acorralarse acomplejado por el escenario, sumó rápidas transiciones en busca del tercero. De hecho, de no ser por Hart el partido habría terminado mucho antes.

Rashford, solución tardía

La versión aficionada de Wilshere -hace tiempo que se quedó a medio camino de la estrella que apuntaba- o el milagroso Vardy fueron los dos primeros clavos a los que se agarró Hodgson. Cuando el bueno, el que ardía y podía hacer el agujero en la zaga islandesa, no lo pusó el seleccionador inglés hasta casi el último suspiro. Las dos o tres galopadas de Rashford fueron lo más eléctrico y peligroso que hizo un futbolista inglés en los 90 minutos.

Acabada Inglaterra, Islandia depositó su papeleta con un rotundo ‘Sí’ para erigirse como la gran revelación de este torneo. Ellos sí quieren disfrutar de Europa. Y Europa de su fútbol.

Por: Marca