El partido de octavos de final del Mundial femenino entre Inglaterra y Camerún (3-0) estuvo cargado de polémica hasta el punto en que las jugadoras africanas llegaron a amenazar en dos ocasiones con marcharse del campo. Lo hicieron antes del descanso tras ver cómo un gol anulado de las inglesas subía al marcador tras las indicaciones del VAR. La segunda fue al reanudarse la segunda mitad, cuando el VAR actuó una vez más en contra de Camerún, anulando un gol por fuera de juego a Nchout.

Los sucesos serán investigados por la FIFA, pero no es lo único que ocurrió durante el encuentro, en el que se vieron codazos, entradas peligrosas e incluso escupitajos, así como un empujón de una jugadora a la árbitro haciéndola perder el equilibrio.

El encuentro llegó a tal punto que las jugadoras de Camerún, que protestaron en múltiples ocasiones las decisiones arbitrales, llegaron a acusar entre lágrimas a la FIFA de racismo mientras estaban en el túnel de vestuarios, según los medios británicos.

Fue el entrenador, Alain Djeumfa, y algunas jugadoras del banquillo las que calmaron los ánimos de las compañeras. El técnico en rueda de prensa llegó a decir que les habían perjudicado en todas las ocasiones, pero rechazó que fuera por una cuestión de racismo.

Incluso el entrenador, Phil Neville, habló de la mala imagen que dieron las jugadoras africanas con su comportamiento, calificándolo de «vergüenza»: «Siete millones de personas han visto un partido internacional contra Camerún con ese comportamiento».

La prensa británica es unánime a la hora de analizar la conducta de la plantilla africana al considerar que desmerece el trabajo de las jugadoras de Inglaterra. Se pueden leer juegos de palabras como «Camerloons» o titulares como «Esto no es fútbol» o «Avergonzando al juego».

Fuente: Diario AS