Barranquilla a escala. En el 92, era un miércoles de ceniza, con guayabo y tristeza absoluta. Estaba todo dado, todo, para que Colombia celebrara este jueves la clasificación al Mundial de Rusia 2018. Se dio todo, menos lo más importante: el triunfo de Colombia.

Dos desafortunados errores del portero David Ospina (y, en general, de la defensa, que regresó mal y tarde) obligan ahora a la Selección a ir a jugarse la vida en Lima, frente a un Perú que quedó vivo tras empatarle 0-0 a Argentina en Buenos Aires. Y más que vivo, está motivado, motivadísimo, para romper una racha de 36 años sin asistir a una Copa del Mundo. Y ese es el problema más grave. Todo eso hay que superarlo. Colombia aún depende de sí misma: debe ganar en el estadio Nacional para no depender de nadie.

Últimamente, cada vez que los rivales le han dado la pelota a Colombia le han creado un problema. Y más cuando le cierran los espacios, porque la bola comienza a pasear de lado a lado, en zonas de poco peligro. Y si los volantes creativos no aparecen, pues el equipo se vuelve intrascendente.

El partido de James, este jueves, es como para darles la razón a los críticos que argumentaban por qué no jugaba en el Real Madrid. Eso se reflejó en el juego. Colombia se demoró 30 minutos en hacer un remate al arco: lo tuvo Edwin Cardona, que quiso ponerla abajo, pegada al palo, pero no pudo engañar al portero Antony Silva, quien logró atajar la única opción real de gol del equipo de José Pékerman. Y de los pies de Cardona, un minuto después, llegó otra aproximación, que no alcanzó a conectar Dávinson Sánchez.

NOTA DE EL TIEMPO